Branquicéfalos y calor

Durante los meses de calor, el cuidado de los perros braquicéfalos requiere una atención especial. Estas razas —como carlinos, bulldogs, bóxers o shih tzus— presentan una conformación facial que limita la eficiencia de su sistema respiratorio, comprometiendo su capacidad para regular la temperatura corporal.

Una fisiología que requiere protección

El jadeo es el principal mecanismo de regulación térmica en los perros. En las razas braquicéfalas, las vías respiratorias están acortadas, estrechadas y, a menudo, parcialmente obstruidas. Esta anatomía convierte el jadeo en un proceso menos eficaz, que puede provocar agotamiento, estrés térmico e incluso, en situaciones graves, un golpe de calor.

Observar el comportamiento y la respiración del perro es fundamental. Un jadeo excesivo, dificultoso, acompañado de debilidad, encías pálidas o letargo, es un signo de alerta que requiere actuación inmediata.

Recomendaciones clave para su cuidado en verano

  • Evitar los paseos en las horas centrales del día, cuando la radiación y la temperatura alcanzan sus picos máximos.
  • Asegurar siempre sombra, ventilación y agua fresca disponible, tanto en casa como durante los desplazamientos.
  • Nunca dejar al perro solo dentro del coche, ni siquiera por unos minutos, ya que el aumento de temperatura en el interior del vehículo puede ser fulminante.
  • Supervisar con frecuencia su estado general, con especial atención a la frecuencia y calidad de la respiración.
  • Consultar al veterinario ante cualquier signo de dificultad respiratoria, malestar o síntomas compatibles con golpe de calor.

Una mirada ética: la responsabilidad ante la cría

El auge de ciertas razas braquicéfalas, impulsado por criterios estéticos o tendencias sociales, ha incrementado prácticas de cría irresponsable que agravan los problemas respiratorios propios de estas morfologías. Esta realidad no puede obviarse: reflexionar y posicionarse desde la ética también es una forma de proteger su bienestar.

Los perros braquicéfalos necesitan más que cuidados puntuales: requieren entornos adaptados, presencia consciente y un compromiso firme con su calidad de vida. En verano, ese compromiso cobra aún más relevancia.

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